Wednesday, May 20, 2020

El Tercer Ojo

El Tercer Ojo, escrito por Lobsang Rampa, narra la vida de los tibetanos a principios del siglo 20. Como un escrito de ficción o la narración de un hecho real, El Tercer Ojo, no deja de ser un libro fascinante para conocer más sobre el Tíbet. A continuación algunos párrafos del primer capítulo 1 de El Tercer Ojo… Para saber: el palacio Potala

… — ¡Cuatro años y no puedes andar a caballo! ¡Nunca vas a ser un hombre! ¿Qué va a decir tu noble padre?

Con esto el viejo Tzu le dio al poni, y a su desafortunado jinete, un fuerte golpe en las ancas, y escupió en la tierra.
Los techos dorados del Potala resplandecieron con la brillante luz del sol. Más cerca, las azules aguas del lago Serpent Temple se arrugaron para marcar el paso de las aves acuáticas. Más allá del camino empedrado llegaban los gritos de los hombres apurando a los lentos yaks que se alejaban de Lhasa. De más cerca llegaba el “bmmm, bmmm, bmmm” de las trompetas, mientras los monjes músicos practicaban en los campos alejados de la gente.

Pero yo no tenía tiempo para esas cosas comunes. Mi obligación era mantenerme sobre mi resistente poni. Nakkim tenía otras cosas en mente. Quería librarse de su jinete, pastar libremente, y rodar y patear al aire.
El palacio Potala en Lhasa
El palacio Potala en Lhasa
El viejo Tzu era un instructor serio. Toda su vida había sido severo y duro, y ahora como guardián e instructor de montar de un niño de cuatro años, su paciencia algunas veces cedía. Uno de los hombres de Kham, él había sido elegido por su tamaño. Era de más de dos metros de alto e igualmente de ancho. Grandes hombreras incrementaban su tamaño. En el este del Tíbet hay un distrito donde los hombres son inusualmente altos y fuertes. Muchos eran más altos de dos metros y estos hombres eran elegidos para actuar como policías. Se ponían hombreras para parecer más anchos y se pintaban los rostros para parecer más fieros y llevaban largos cuchillos que usaban con los desgraciados villanos.
El yak tibetano
El yak tibetano
Tzu había sido un monje policía pero ahora hacía de niñera de un principito. Era demasiado lisiado para caminar por lo que andaba a caballo. En 1904 los británicos, bajo el mando del coronel Younghusband, habían invadido Tíbet y causado mucho daño. Aparentemente pensaron que la mejor manera de ganar nuestra amistad era bombardear nuestros edificios y matar a nuestra gente. Tzu había sido uno de los defensores y en acción había perdido parte de su pelvis izquierda.
Mi padre era uno de los líderes en el gobierno tibetano. Su familia, junto con la de mi madre, venía dentro de las diez familias más altas, por lo que mis padres tenían considerable influencia en los quehaceres del país. Después daré más detalles de nuestra forma de gobierno.
Papá era un hombre grande, de casi un metro noventa. Su fuerza era algo de lo que se podía alardear. En su juventud él podía levantar un poni del piso y era uno de los pocos que podía pelear con los hombres de Kham y salir airoso.
La mayoría de los tibetanos tienen el pelo y los ojos negros. Papá era una de las excepciones. Su pelo era color nuez y sus ojos grises. Frecuentemente se enojaba por razones que no podíamos entender.
No lo veíamos mucho. El Tíbet había estado teniendo graves problemas. Los británicos nos habían invadido en 1904 y el Dalai Lama había huido a Mongolia, dejando a mi padre y a otros de su gabinete gobernar en su ausencia. En 1909 el Dalai Lama retornó a Lhasa después de haber estado en Pekín. En 1910 los chinos, confiados por el éxito de la invasión británica, llegaron a Lhasa. El Dalai Lama escapó, esta vez, a la India. Los chinos fueron sacados de Lhasa en 1911 durante la revolución china, pero no antes que cometieran abusos contra nuestra gente.
El ejército chino marchando a Lhasa
El ejército chino marchando a Lhasa
En 1912, de nuevo, el Dalai Lama retornó a Lhasa. Durante el tiempo que estuvo ausente, papá y otros miembros del gabinete tuvieron la responsabilidad de gobernar Tíbet. Mamá decía que el carácter de papá nunca fue el mismo después. Ciertamente no tenía tiempo para nosotros, los chicos, y no recibíamos ningún afecto de él. Yo, en particular, solía hacerlo enojar mucho, y se me dejaba a merced de Tzu.
Mi pobre actuación sobre el poni era tomada como un problema personal por Tzu. En el Tíbet a los niños pequeños, de las clases altas, se les enseña a montar casi antes de caminar. La destreza a caballo es esencial en un país sin autos, donde todos los viajes tienen que hacerse a pie o a caballo. Los nobles tibetanos practican el montar hora tras hora, día tras día. Ellos pueden pararse en sus estrechas monturas de madera al galope y disparar, primero con un rifle y después con arco y flecha. Algunas veces estos diestros jinetes galopan por las planicies en formación, y cambian de caballo saltando de una montura a la otra. Yo, a los cuatro años, encontraba difícil mantenerme en una sola silla.
Mi poni, Nakkim, era peludo y tenía una larga cola. Su estrecha cabeza era inteligente. Conocía una cantidad de formas de desmontar a un jinete inseguro. Uno de sus trucos favoritos era lanzarse en una breve carrera, luego detenerse de golpe, y agachar la cabeza. Cuando me deslizaba sin remedio a lo largo de su cuello, levantaba la cabeza y me hacía dar una vuelta antes de golpear el piso. Luego se paraba y me miraba con presumida complacencia.
Los tibetanos nunca van al trote. Los ponis son pequeños y los jinetes se ven ridículos en ponis al trote.
El Tíbet era un país autocrático. Sin deseos del progreso del mundo exterior. Solo queríamos ser capaces de meditar y superar las limitaciones de la carne. Nuestros sabios se había dado cuenta que los occidentales codiciaban nuestras riquezas y sabían que cuando los forasteros llegaban la paz se iba. Ahora el arribo de los comunistas chinos lo había probado.
Mi hogar estaba en Lhasa, en el distrito de Lingkhor, al costado de la circunvalación que rodea Lhasa. Hay tres círculos de rutas y la exterior, Lingkhor, era la más usada por los peregrinos. Como todas las casas en Lhasa al tiempo de mi nacimiento, la nuestra era de dos pisos, al costado, enfrentando la ruta. Nadie debe mirar hacia abajo al Dalai Lama por lo que el límite es dos pisos… (Traduccion propia, El tercer ojo, de Lobsang Rampa.)

Para saber
El Potala Palace es un fuerte en Lhasa, en el Tíbet. Fue el palacio de invierno de los Dalai Lama desde 1649 hasta 1959.

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