Sí, mi propia iglesia, ¿y qué? ¿Si Charles
Manson la tuvo y el loco éste de Jim Jones
también, por qué no yo que no tengo antecedentes de ningún tipo? Después de mis
sabias palabras escuchá algo de Los
Chalchaleros, viejos salteños que llevaron el canto por todo el mundo.
Parece que cualquiera puede garabatear algunos
preceptos y fundar su propia iglesia en este mundo loco de hoy en día. Y no es
que el fundador provenga de un templo Shaolín y sea un dechado de virtudes.
Tampoco se transportará en un humilde burrito ni deberá buscar refugio en un
pobre estable. Esos eran otros tiempos, cosas del pasado. Ahora un ex convicto
pedófilo puede iniciar una iglesia, aunque esté acusado de acoso sexual, tenga
varias mujeres y comercie con drogas.
Para muestra basta un botón. Anton Lavey
produjo su propia biblia, se consiguió un nombre original, The
Church of Satan, y se rodeó de celebrities del mundillo artístico. Para
atraer acólitos ideó una serie de preceptos que coincidían con la vida de los
millonarios de Hollywood: su filosofía decía que estaba bien el gozar, no
ofrecer la otra mejilla y más bien había que destruir al enemigo. Este Anton
venía a confirmar lo que ya estaban haciendo todas las estrellas de Hollywood
anteriormente. ¡Un vivo!
El basamento de mi iglesia sería la libertad. La libertad
de hacer y decir. Pero con responsabilidad, macho. Porque así como hago y digo
lo que se me viene en gana tengo que tener las pelotas para afrontar las
consecuencias.
Otro puntal sería la espiritualidad. Siento que el
hombre es una dualidad de cuerpo y alma, y que así como el cuerpo necesita
nutrientes para vivir, el alma requiere de satisfacciones espirituales, para
elevarse cada vez más. Tal vez la lectura de un poema o la palabra de un
filósofo de la vida consigan alimentar el espíritu.
La necesidad de enseñar el templo del cuerpo es otro
básico. Nuestro cuerpo no debería ser corrompido por nadie. Nuestros cuerpos no
deberían ser manoseados ni violados bajo ningún concepto. Enseñále a tus hijos
que nadie los puede tocar y conversá con ellos y escuchálos. En su inocencia te
pueden decir muchas cosas de lo que les pasa y podés tomar medidas para
protegerlos.
Respecto del nombre de la iglesia no hay que
preocuparse demasiado. Podría ser Los Santos
Vienen Marchando. Fíjate en los nombres de otras, que más parecen sectas:
Scientology
Hare Krishna
Osho Cult
The Children of God
The Manson Family
The Branch Davidians
Nxivm
Church of Euthanasia
El dinero no me importa, mientras no salga de mi
bolsillo. No es mala idea vender una “sopa del fin
del mundo”, un “kit del espanto”, o hasta “bulas” con perdón de los
pecados. También se puede cobrar por membresía y otorgar una ordenación
especial, a un precio especial, al que llegue en una Hilux.
Resumiendo, nuestros preceptos serían:
La libertad es el fin del hombre. No dejar que la
ejercite un mano-chanta ni un busca, disfrazado de misionero. Somos seres
inteligentes y tenemos la capacidad de discernir entre bien y mal.
No cultivar la violencia en nuestras actividades. Ya
demasiado tenemos alrededor nuestro.
Leer y reflexionar ya que el leer te abre la mente y
el intercambiar opiniones te permite ejercitar la mente.
No fanatizarse. Siempre escuchar lo que el otro
tiene que decir y después decidir lo mejor para uno, pero evitando el dogma, el
fanatismo. Todo puede ser perfeccionado, y el discutir y argumentar solo puede
servir para mejorar.
Nada más. Ahora, si quieren un detalle pormenorizado
tienen que contribuir a mi iglesia con donaciones en euros, dólares o Lebacs,
que me gustaría comprar una Isuzu Trooper que vi a la vuelta de casa.
Gracias hermanos. Amén, por ahora.
Para relajarnos nada mejor que una música de
nuestros pagos: Los Chalchaleros
Y tomar unos masajes con Gabi. La sacerdotisa de las
manos prodigiosas. Llamála
al 4-719604
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