Criatura temerosa
Svetlana
Alexievich, premio Nobel
de Literatura 2015, recuerda a la Unión
Soviética, con cierto aire de “extrañar” al viejo régimen, aunque también señala
que se cometieron excesos (“te podías encontrar con tu torturador en una fila”).
Svetlana también habla del ser
humano, del escritor “comprometido” y la creencia que la literatura puede
cambiar el mundo…
Las barricadas son un
lugar feo para un escritor. No ves un ser humano en el otro. Lo que ves es un
blanco…
Un héroe hoy en día es
la persona que no dispara, no la que dispara…
En un régimen
totalitario siempre estás siendo vigilado…
Alexievich
es miembro de la oposición al líder bielorruso
Alexander Lukashenko, que después de
unas disputadas elecciones inició protestas a nivel nacional. Alexievich, de 72, no ha tomado parte
en reuniones públicas y rara vez deja su hogar desde la pandemia de coronavirus.
La publicación de uno
de sus mejores trabajos “War´s Unwomanly
Face” fue censurado por las autoridades soviéticas. Alexievich vivió en el exilio en Alemania, Francia y Suecia debido a sus críticas al gobierno bielorruso.
Retornó a su país en 2011.
Alexievich
comparó la conducta de las autoridades bielorrusas al secretismo y la negación
del gobierno soviético en el caso de Chernobyl,
en 1986, que fue el tema de uno de sus libros.
Cuando las protestas
arreciaron le dijo a Lukashenko: “Váyase
antes de que sea demasiado tarde. Antes de que lleve a la gente a un terrible
abismo. A la guerra civil. Nadie quiere sangre. Solo usted quiere poder.”
—Estaba trabajando en
la sección de un diario. Contaba las historias de las personas. En aquella
época muchos escritores decían que el comunismo
iba a caer. Ninguno de nosotros lo creía. Creíamos que el comunismo iba a durar
mucho tiempo. Nadie quería el capitalismo. La gente quería el socialismo
pero con una cara humana.
Yo tengo una posición
política… En aquella época había más libertad. Lukashenko no estaba en el
poder. Eso fue muy feo, demostraciones por una vida nueva, por un vieja. En el
centro de escritores se decía: “¡Les mostramos! ¡Las cabezas de los milicianos
sangraban!” Y eran las voces de grandes escritores. Y yo me decía “no quiero
ser un escritor que disfrute que se derrame sangre”. Las barricadas son un
lugar feo para un escritor. No ves un ser humano en el otro. Lo que ves es un
blanco. Eso es lo que está pasando ahora por lo que decidí irme. Quería
tener una visión normal.
Pero todo es de interés
para el artista. El verdugo y la víctima y para escribir de ellos el autor debe
escuchar a ambos.
Escritores como
Prilepin, que tienen sus premios, se preparan, van a la guerra. Yo no estoy de
acuerdo. Un héroe hoy en día es la persona que no dispara, no la que
dispara. Él no es escritor, y por supuesto hoy no puede escribir. Lo está
pagando.
Cuando estaba en Afganistán
me decían que probara dispar. Una cantante fue y disparó. Le dio gran placer.
Yo no quiero ese tipo de conocimiento. Uno debe mantener su alma, sus valores,
puros.
En un régimen
totalitario siempre estás siendo vigilado. Siempre
deberías verte, de lo contrario te podrías deslizar a algo malo. En estos días
el dinero es todo lo que importa. Tengo que decir que somos peores manejando el
dólar que los campos de trabajo forzados.
Papá estudió periodismo
antes de la 2° guerra mundial y era común en aquello días, cuando salías de
prisión, encontrarte con tu torturador, encontrar al que te había delatado.
He estado escribiendo
la historia del comunismo estos 40 años.
No pienso que la
literatura pueda cambiar el mundo. Eso no es más que una ilusión. Esa idea era
popular en la Rusia de los ´60s, que la palabra podía
iniciar algo. Puede haber sido posible en la Rusia zarista, pero creo que ahora
no.
La cristiandad es una
vieja utopía, tan vieja como los sumerios.
Un ser humano es una
especie de fluido, fluye de una forma a otra.
Si no hubiera conocido
a Dostoievski, que influyó en mí, no me hubiera podido salvar, porque el ser
humano es más bien una criatura temerosa, especialmente cuando se lo fuerza a
circunstancias desesperadas, como la que pasó mi gente. Sin Dostoievski,
sin su conocimiento interior, no hubiera podido sobrevivir.
El nivel de educación
en nuestra sociedad ha decrecido, las sociedades de Rusia y Bielorrusia son
menos educadas que antes. La cuestión que unos cuantos miles de personas aprendan
inglés o francés no quiere decir que tenemos una sociedad educada. Ellos
entienden que hay otra vida, y se preparan para vivir en forma diferente.
Antes era una sociedad
más simple. Mucha gente extraña eso ahora. Es más difícil sobrevivir ahora,
mantener un estilo de vida decente. Todos eran iguales antes, no había
necesidad de hacer esfuerzo. La gente solía visitarse, tocar la guitarra,
cantar. La gente iba a la montaña los fines de semana, caminaba, se sentaba
alrededor del fuego. Ahora nadie tiene tiempo de eso. Todos
están ocupados haciendo plata.
La democracia tiene
diferentes definiciones, de acuerdo a cada uno. Hace poco Lukashenko dijo que
esta es una de las sociedades más democráticas.
El ruso, el soviético,
necesita una gran idea. Algo mesiánico, siempre sobrevuela el alma soviética. Dostoievski
tenía eso… (Traducción del inglés, del ruso, lo que puede hacer más impreciso
el trabajo.)
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