Friday, August 16, 2019

Otra versión del robo


Un periodista cuenta cómo se enteró del asalto y toma de rehenes en el Chase Manhattan Bank, protagonizado por John Wojtowicz, en 1972. Se habían conocido en una reunión de homosexuales. Su versión es diferente a la de la película Tarde de Perros. Para él el dinero para el cambio de sexo era secundario, la mafia estaba involucrada en el asalto, con la familia Genovese. En vocabulario: renege, uptight, trigger happy. Para saber: The Village Voice

Liberarían 2 rehenes en paradas a lo largo del camino…

“No creo que nos dejen salir de aquí con vida.”

Se le había permitido llamar a casa y hablar con su marido…

Después de escuchar el mensaje del cassette en el teléfono: “… 2 homosexuales tienen rehenes en un banco en Brooklyn…” hice un par de llamadas a la CBS: “Sí, 2 tipos tienen 7 rehenes desde las 3 de la tarde en el Chase en Brooklyn. Tenemos el número de teléfono del banco”. Llamé: “Soy Arthur Bell del Village. ¿Puede decirme qué está pasando?” La voz al otro lado dijo: “¿Arthur?, qué contento que seas tú. Soy Littlejohn.” “¿Littlejohn? ¿Qué demonios estás haciendo allí?” “Soy uno de los ladrones.”


John Wojtowicz, a quién había conocido a través de Gay Activists Alliance como Littlejohn Basso (siendo Basso el nombre de soltera de su madre), procedió a contarme una extraña historia. Dijo que había conocido a un ejecutivo del banco Chase en Danny´s, un bar gay del Greenwich Village. El ejecutivo le contó cómo podría robar una sucursal de entre $150.000 a $200.000. Se esperaba que el dinero fuera traído por un camión de seguridad a las 3,30 de esa tarde de agosto. John me dijo que él junto a un par de amigos, Sal (Natuarale) y Bobby (Westenberg), entraron al banco un poco antes de las 3. Descubrieron que se había cometido un error. El dinero grande se había recogido a las 11 a.m. por lo que en su lugar tomaron los $29.000 que estaban a mano. Al salir varios patrulleros estacionaron y rodearon el lugar. De alguna forma Bobby escapó, pero Sal y Littlejohn estaban todavía adentro. No tenían otra alternativa más que mantener de rehenes a los empleados del banco. Tenían a 6 mujeres y 1 hombre y ahora el lugar estaba rodeado de policías y agentes del FBI y Littlejohn estaba seguro que los hombres de azul lo querían ver muerto.
Gay liberation, 1970
Gay liberation, 1970
Por lo que tenía una lista con demandas. Una de ellas era la de liberar a Ernie Aron de Kings County Hospital. Ernie es un travesti con quién John se había casado en un remedo de ceremonia católica por $2.000, en diciembre. John quería que Ernie entrara al banco a cambio de uno de los rehenes. Otra demanda era llevar hamburguesas y cocas al banco. La tercera era conseguir un transporte hacia el aeropuerto Kennedy y tener un avión esperando para llevar a Sal, a Littlejohn y a los rehenes a puntos desconocidos. Liberarían 2 rehenes en paradas a lo largo del camino, hasta que alcanzaran su destino final. El FBI se estaba echando atrás. Habían llevado a Ernie desde Kings County, pero no lo habían dejado acercarse lo suficiente para besar a John. Littlejohn no podía creer que Ernie estuviera tan asustado y pensó que era un plan del FBI para mantener a Ernie alejado. Las hamburguesas nunca llegaron. Les llevaron pizza, que no le gustaban. Dijo que pagó por la pizza de todos modos. Tiró varios billetes a través de la puerta del banco. Ahora tenía miedo que el FBI arruinara sus planes con el avión. “Tenemos pistolas y rifles y bombas aquí y no quiero herir a nadie. Solo quiero salir de aquí con vida.” Me contó que Sal estaba enojado porque los medios lo llamaban homosexual. “Sal no es gay. Yo soy el único homosexual aquí.”

Le pregunté si podía hacer algo. John dijo: “¿No podrías venir y hablar conmigo?” “Sí, puedes venir y ser nuestro mediador. Dile al FBI que quiero hablar contigo. Te van a dejar”. Le confesé que había pasado un tiempo desde los días de Flatbush Avenue y que no sabía cómo llegar a Brooklyn y que me tardaría un poco. John dijo: “Toma un taxi. Voy a arrojar un billete de $100 por la ventana.” “No hagas nada, voy a llamar en unos minutos”, dije y colgué.

Entonces llamé a la editora Mary Nichols a su casa y le expliqué la situación. Mary hizo un par de llamadas telefónicas. 20 minutos después el sargento David Durk, el honesto policía que testificó ante la comisión Knapp, y Ed Powers, otro policía eficiente, aparecían en mi departamento. Estaban invitados al programa de radio de Barry Farber esa noche y unos minutos antes de la hora fueron llamados para llevarme a Brooklyn. Llamé a John al banco de nuevo para decirle que estaba en camino. Me dio el teléfono de la chica de la que se había separado, para llamarla en caso de que cualquier cosa sucediera. “Nos van a matar”, me dijo. “No creo que nos dejen salir de aquí con vida.”

“Ese dinero, lo quería para una operación de cambio de sexo para Ernie. Ahora ni siquiera puedo verlo para darle un beso. Ven tan rápido como puedas. ¿Quieres hablar con uno de los rehenes?” Me puso al teléfono a la señora Shirley Ball, cajera de Brooklyn. “Es una vergüenza que nada se haya hecho y el FBI está sacrificando la vida de siete personas. Están presionando a John y no sé cuánto tiempo durará nuestra suerte.” La señora Ball dijo que John estaba bien, que Sal estaba muy nervioso. Se le había permitido llamar a casa y hablar con su marido, que estaba esperando fuera del banco con el resto de la gente.

A las 11,15 p.m. un patrullero del precinto 19 apareció frente a mi departamento. David Durk telefoneó al FBI para decirles que estábamos en camino. Bajamos por FDR Drive, con las sirenas aullando, a 150 kms por hora, salimos a Houston Street, levantamos a Mary Nichols y volvimos a la avenida de nuevo rumbo a Brooklyn. 20 minutos después, estábamos en medio de la muchedumbre. Miles de espectadores, cientos de policías. Docenas de oficiales y hordas de reporteros. David Durk nos llevó, entre la multitud, al jefe de operaciones del FBI. Cambio de planes. No nos dejaría acercarnos al banco. ¿Por qué? Se encogió de hombros. ¿Temía por mi seguridad? Sin respuesta. ¿Tenían otro plan? Sin respuesta… (Suscribite para recibir el resto de la traducción)

Vocabulario
Renege: to go back on one's word: He has reneged on his promise.
Uptight: annoyed or angry: Sal was uptight because the reporters were labeling him a homosexual.
Trigger happy: ready to fire a gun at the least provocation: Sal was trigger happy.

Para saber
El Village Voice fue fundado en 1955 por Dan Wolf, Ed Fancher, John Wilcock, and Norman Mailer. En sus 63 años recibió 3 Premios Pulitzer.

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Esto es parte de: Tarde de perros      

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