Tuesday, June 25, 2019

Corresponsales


Sus testimonios

Los corresponsales de la CBC recuerdan sus experiencias en la guerra, en los peores conflictos que el mundo ha presenciado. Ellos estuvieron en Serbia, Somalia, en la guerra civil del Líbano, en la guerra de Vietnam, en la guerra de los 6 días entre Árabes e Israelíes, en la crisis del canal de Suez, en la guerra de Afganistán, en la de Bosnia. Algunos de ellos recomiendan lo que hay que tener: “una sonrisa, fortaleza y un estómago de acero”, otros recuerdan las brutalidades: “los serbios la amarraron e intentaron sacarle las orejas con unas pinzas. Muestra las quemaduras de los cigarrillos y también la violaron…”

La guerra es insana…
Es la inocencia la que paga el precio más alto…
… como la guerra comienza de la nada, de tonteras…
… dijo algo que nunca voy a olvidar. “Ya no tenemos nada, somos nada”

Los corresponsales que dieron su testimonio: Ann Medina, Peter Kent, David Halton, Morley Safer, Joe Schlesinger, Anna Maria Tremonti, Susan Ormiston


Para saber
Después de que Checoslovaquia fue ocupada por Alemania en 1938, Joe Schlesinger y su hermano menor, Ernest, fueron enviados a Inglaterra por sus padres como parte del kindertransport, organizado por Nicholas Winton, que rescató a 669 niños judíos. Sus padres fueron asesinados más tarde en el Holocausto.
Chico judios llegan al puerto de Londres, 1939
Chico judios llegan al puerto de Londres, 1939

War Correspondents: In Their Words
CBC News – aniversario – corresponsales de guerra – experiencias – Segunda Guerra Mundial – Kosovo – Vietnam – Israel – Afganistán – Irán

En los 75 años en que la CBC apareció sus corresponsales han viajado por el mundo y las guerras. Cubrieron conflictos en lugares como Serbia y Somalia, Cambodia y Kandahar. A través de las décadas pudo verlos y escuchar sus historias. Esta noche los escuchamos, en sus palabras, a muchos de los corresponsales de la CBC, que ayudaron a los canadienses a entender las causas y las consecuencias de las guerras.

Cuando cubres tantas guerras te conviertes en pacifista inmediatamente.

No podemos tener un juego de beisbol, es loco.

El sentimiento es que quieres volver y contar la historia.

La guerra es insana. Quiero decir estas disparando a estas personas y estas personas te están disparando y ambos saben que familias van a ser asesinadas.

Yo digo “esto es lo que dije, lo que filmamos. Aquí tienen audiencia, ustedes decidan qué conclusiones van a sacar”.

Algunos piensan que para ser corresponsal de guerra tienes que tener una mente brillante. Siempre digo que necesitas 3 cosas: una sonrisa, fortaleza y un estómago de acero.

Fue una guerra que claramente no iba a ser ganada. Estaba demandando esfuerzos increíbles de ambos bandos pero Vietnam estaba imponiendo un impacto brutal en la población civil. Es la inocencia la que paga el precio más alto.

Es algo que siempre tuve culpa. Los periodistas siempre podemos salir. Puede ir a un lugar, grabar un momento pero el periodista siempre puede decir “ya tuve suficiente, o me vuelvo al hotel”.

Creo que desarrollas un sentimiento de excitación de estar en el frente, en la batalla.

Recuerdo que papá vio la Segunda Guerra Mundial como una especie de cruzada contra los nazis. Y mi padre era un enlace vital entre las tropas canadienses y los que quedaban en casa.

No traté de imitar el estilo de mi papá en las transmisiones de la guerra mundial por el simple hecho de que sería echado en el contexto de hoy día. Hoy lo ideal sería ser completamente objetivo.

Pienso en mí como un muy pequeño pionero de como la televisión era presentada.

Llegué allí, tomé un taxi al hotel y luego un taxi a la guerra.

Algo que me molesta es como la guerra comienza de la nada, de tonteras. Después piensas “que estaban pensando cuando hicieron eso”.

En la guerra todo es al azar. Puedes estar en un lugar y estar bien y después a 5 pies de allí y no estar bien. Como periodista lo enfrentas pero la gente no puede salir de allí. Es su vida. Traemos un poco de agua, un poco de comida, pero ellos se quedan.

Estábamos hablando con esta mujer, y de cómo tuvieron que escapar. Y dijo algo que nunca voy a olvidar. “Ya no tenemos nada, somos nada”

Lo más peligroso en Afganistán son las bombas y el sentimiento de que no tienes control sobre eso.

Cuando la gente me rodea son hostiles. Pienso “donde está mi escapatoria”.

Para acceder a esta villa tienes que dejar el auto y atravesar las montañas. Ellos reconocieron la necesidad de la educación para las niñas y tratan de ver la forma de enseñar. Nuestra responsabilidad en Afganistán fue el contar las historias más allá de las luchas.

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