Sunday, December 13, 2020

Una República Bananera

Editorial dominguera

¡Qué triste es leer nuestra historia latino americana! Está llena de explotaciones de trabajadores por ambiciosas corporaciones extranjeras, aventureros de nombres difíciles que vinieron a hacer la América y se coronaron reyes, y revoluciones fallidas que intentaron y quedaron en el camino de la esperanza y la desilusión. Además, como si ya esto no fuera suficiente, tuvimos que soportar que todos los gobiernos del mundo, con cierto peso y fuerza militar, quisieran intervenir en nuestros asuntos; desde la Gran Bretaña hasta España.

Algún día seremos libres, aunque sea un poco, para disfrutar de nuestras bananas y sandías, a nuestro paladar, sin que nos vengan a decir cómo tenemos que comerlas.

 

A propósito, no porque no exportemos bananas dejamos de ser una “república bananera”. Argentina es tan “república bananera” como Nicaragua u Honduras. Tenemos una inmensa mayoría de gente que trabaja por monedas, un grupo de favorecidos que disfrutan del acomodo, las coimas, el amiguismo, y que salta de alegría cuando pueden asociarse con el amigo gringo, de los Estados Unidos o Rusia. Y la deuda externa se sigue agrandando, no solo porque pedimos demás sino porque finalmente toda la guita que disfrutaron otros tenemos que devolverla entre todos. Más bananera que esto, imposible.

A ver, ¿Cuánto gana un diputado nacional y cuanto un jubilado docente, con 30 años de aporte efectivo? Veamos los números y comparemos.

Los diputados y senadores se siguen subiendo sus sueldos. Mientras nuestros abuelos ganan 20.000 pesos (133 dólares americanos aprox.), como máximo, ellos disfrutan de 200.000 (1.333 dólares), como mínimo, con asesores y secretarías y… chupadas de tetas. Hay una diferencia, ¿no?

Sigamos, los diputados y senadores tienen un equipo de asesores, secretarias, viajes pagados, adicionales por “desarraigo”; mientras que nuestras escuelas se vienen abajo de viejas y abandonadas. Los chicos salteños (entre 6 y 12 años) se llenan la panza escarbando entre la basura, como las ratas, sin posibilidad de estudiar y menos de pensar en un futuro mejor.

¿Quiénes disfrutan del estado? Los mismos de siempre. Los vivos que han podido acercarse a un político, sobarle la espalda y acomodarse al lado para ver cuánto reciben.

Y nos siguen cagando de todos lados. Antes Néstor, después Mauricio, y ahora los Fernández. Ninguno hizo lo que tenía que hacer para sacar a la Argentina del último lugar de los países empobrecidos y endeudados. Eso sí, ellos tienen guita y pueden vacacionar en la Costa Azul y en Maldivas. Es que son “buenos empresarios”. Y todos quieren ser dueños de la justicia y administrarla a su gusto y paladar. Y los juecesillos saltan como marionetas, que tal vez es lo que son, de un lado a otro.

Después no se quejen si no los votan, les dan una patada en el culo, y se apoderan del gobierno unos locos, de extrema izquierda o de extrema derecha, que quieren quemar a todos, y a todas.

El horno no está para bollos, la cosa viene fea, por más subsidios que quieran dar a los pobres.

Dejen de homenajearse, diputados, por haber trabajado desde casa, por internet, como si hubieran escalado el Himalaya y arriesgado la vida por todos los ciudadanos. Los médicos y enfermeros que trabajan más de 10 horas en salas infestadas de virus y podredumbre, que no llegan a ganar ni la mitad de lo que ganan los políticos, y que trabajan en lugares mal mantenidos, son los que deben ser homenajeados.

Los demás vayan a cagar, que aunque nos merezcamos vivir en una “república bananera”, por los políticos de cuarta que tenemos, la corrupción que está en todas partes y la inestabilidad política que lleva a nuestro barco de zozobra en zozobra; necesitamos de un capitán fuerte y valiente para que todos esos changuitos, que andan basureando para llevarse un pan a la boca, salgan adelante.

  

 “República bananera” describe a un país políticamente inestable con una economía dependiente de la exportación de un número limitado de recursos, como bananas o minerales. En 1901, O. Henry acuñó el término para describir a Honduras y los países vecinos, explotados por las corporaciones norteamericanas.

 

Lee Christmas,  1912
Lee Christmas, de la Cuyamel Fruit Company, eligió otro gobierno en Honduras, amigable a las compañías extranjeras.

The Banana Republics

“Nuestra historia comienza a principios del siglo 20, en América Central y América del Sur… su más grande socio comercial: los Estados Unidos. Esto dio lugar al nacimiento de 3 compañías: United Fruit Company, Cuyamel Co. y Vaccaro Bros. Plantando, exportando y vendiendo fruta estas 3 compañías hicieron cantidades obscenas de dinero. Mucho del cual iba a comprar tierras de pequeños granjeros…”

“El año: 1910. Una de las empresas mencionadas, Cuyamel, estaba trabajando casi exclusivamente en Honduras, cuando el presidente de Honduras decidió dar un permiso de tierras a la compañía Vaccaro, a cambio de ayudarle a construir un ferrocarrril. Entonces Samuel Zemurray, dueño de Cuyamel, usó parte de su fortuna para contratar mercenarios, que entregó al expresidente Manuel Bonilla, y juntos acabaron con el maldito gobierno de Honduras.”

“…sus negocios continuaron creciendo pero, desde que tuvieron tantas excepciones del gobierno, muy poco de sus negocios terminaron beneficiando a Honduras en general. En realidad la deuda en Honduras creció tanto que el gobierno no pudo cumplir con varias de sus funciones.”

“… en consecuencia la United Fruit Company decidió intervenir, construyendo la infraestructura básica del país: rutas, ferrocarriles, el telégrafo, la luz. No es que tenían buen corazón. Solo querían hacer sus negocios más eficientes. Ahora ellos no solo tenían poder sobre las plantaciones sino también el monopolio sobre cada industria del país. Pronto la mayoría de los países de América Central siguieron el modelo, creando una serie de excepciones impositivas y permisos de tierras a cambio de una infraestructura moderna y coimas a las minorías ricas.”

“Así es que nacieron las repúblicas bananeras… para el pobre hombre común, digamos José, significó trabajar todo el día por salarios de hambre. Y así fue durante décadas.”

“Un día, en 1944, Guatemala tuvo una revolución. Juán José Arévalo, el nuevo líder, no estaba contento con la forma en que las compañías trataban a la gente, por lo que implementó diversas reformas: el salario mínimo, sufragio universal. Y mientras la mayoría estaba contenta United Fruit sufría porque mayores sueldos significaban menos ganancias. En 1953 decidieron ir a EEUU por ayuda. Le dijeron a Eisenhower que estaban devolviendo la tierra a la gente, acusando al gobierno de comunista. Desde ese momento Guatemala fue gobernada por una serie de dictadores, apoyados por EEUU.”


 

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