Sobre esta epidemia
El coronavirus
llegó para quedarse, al menos este año, y demás está decir que el quedarnos en
casa ayudará a combatir tremenda epidemia. Opinamos sobre las villas de emergencias y escuchamos a Colbert I. King, columnista del Washington Post
Poné al ejército a que armen un campamento y pongan
baños químicos. Llevá alcohol en gel y repartí folletos instructivos para que
sepan cómo protegerse…
En tiempos de coronavirus
no es mala idea escuchar lo que dice la gente, especialmente aquellos que
tienen ideas claras, fuera de las fronteras de Argentina. Seguramente habrá aquellos que piensen igual y otros que
estarán completamente en desacuerdo, pero lo cierto es que considerar otras
opiniones nos puede enriquecer.
Tengo que aclarar que en Salta estamos encerrados antes aún que el presidente Fernández declarara la cuarentena
obligatoria para todo el país. Unos días antes el gobernador de Salta ya había declarado la cuarentena
para nuestra provincia y ya todos los salteños estábamos enclaustrados con la
obligación de permanecer en casa sin trabajar y sin clases.
Dejando de lado las consideraciones económicas, que
nos afectan a todos, el objetivo de buscar el evitar una epidemia parece ser inteligente. Todos nos guardamos para evitar
una catástrofe como la que azota a España,
Italia o Estado Unidos. El que mueran 100 personas en un día parece salido
de una película de terror, nos lleva a pensar que no estamos equivocados en la
decisión de quedarnos en casa.
Conozco Salta
de arriba a abajo y se de la pobreza, la falta de agua potable, educación, de
oportunidades económicas. En un noticioso de Buenos Aires mostraban una villa pobre donde los habitantes iban y
venían sin ninguna prevención. Viven hacinados, 4 o 6 personas, con un solo
baño. ¿Y en Salta? Es igual. Hay gente que se apila en una casilla, de chapas y
plástico, sin baño ni agua potable, porque no tienen otra cosa. Y las pensiones
donde hay un solo baño para 10 personas están aquí nomás, en el centro de la
capital.
Y aquí es donde hay que hacer y no esperar el brote
epidémico. Si estamos viendo pobreza e ignorancia llevá una solución, vos Alberto Fernández, que decís que trabajás
por el pueblo. Poné al ejército a que armen un campamento y pongan baños
químicos. Llevá alcohol en gel y repartí folletos instructivos para que sepan cómo
protegerse, porque cuando llegue el pico de epidemia
los primeros que van a caer serán ellos. El pueblo, el que te votó. Ya no
tienen trabajo, educación u
oportunidades. Después ya no tendrán vida.
Flu victims, St. Louis, 1918 |
El domingo entré al Washington Post, a la columna de opiniones. Probé un artículo cuyo título
era “Me niego a ser una carga para mi familia o para el sistema de salud...”, de
un tal Colbert I. King y decía más o
menos así:
A pesar de todo lo que puedan decir mis enemigos, a
los cuales quizá les alegre saber que puedo ser víctima de la epidemia, ya que
tengo 80 años y enfermedades pre-existentes, pienso quedarme en casa y mantener
limpias mis manos. Que mejor forma de volver a la normalidad que la de
permanecer sanos y sin contagiar a nadie.
If Trump’s approach to this deadly
infectious disease proceeds in the direction it seems headed, it’s possible
that my days might come to an end. (I’ll pause until the
cheering dies down.)
King
crítica la indecisión del presidente Trump
respecto de la lucha contra la epidemia y el querer volver a lo normal sea como
sea. ( I
refuse to be a burden on my family or health-care providers. So I’m staying
home.)
Colbert I. King
King
was born in the Foggy Bottom
neighborhood of Washington, DC. After
graduating from high school in 1957, he earned his Bachelor of Arts degree in
government from Howard University in
1961.
From 1961 to
1963, King served as an officer in the United States Army Adjutant General's
Corps, then worked as special officer for the United States Department of State through 1970, eventually
leaving over objections to the Counter
Intelligence Program (COINTELPRO). He then spent a year on a fellowship at the Department of Health, Education and
Welfare, working with James Farmer
to draw national attention to sickle-cell
anemia and other underserved minority health care issues.
From 1971 to
1972, King was a VISTA volunteer. In 1972, he became minority staff director of the United States Senate Committee on the District of Columbia, where he
helped draft the District of Columbia
Home Rule Act.
In 1976, King became Deputy Assistant Secretary of the U.S. Treasury Department, then was
appointed U.S. executive director to the
World Bank by President Jimmy Carter.
In 1980, he
became executive vice president for the
Middle East and Africa at Riggs Bank,
where he served for 10 years and became a member of the board of directors.
King
joined The Washington Post's editorial
board in 1990, then became the editorial page's deputy editor in 2000. He
began writing a weekly column at the suggestion of Post editor Meg Greenfield.
In 2003, King won the Pulitzer Prize in Commentary "for his against-the-grain
columns that speak to people in power with ferocity and wisdom".
He was a regular
television panelist on the weekly political discussion show Inside Washington
until the show ceased production in December 2013.
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