Monday, March 30, 2020

Quedate en casa


Sobre esta epidemia

El coronavirus llegó para quedarse, al menos este año, y demás está decir que el quedarnos en casa ayudará a combatir tremenda epidemia. Opinamos sobre las villas de emergencias y escuchamos a Colbert I. King, columnista del Washington Post

Poné al ejército a que armen un campamento y pongan baños químicos. Llevá alcohol en gel y repartí folletos instructivos para que sepan cómo protegerse…

En tiempos de coronavirus no es mala idea escuchar lo que dice la gente, especialmente aquellos que tienen ideas claras, fuera de las fronteras de Argentina. Seguramente habrá aquellos que piensen igual y otros que estarán completamente en desacuerdo, pero lo cierto es que considerar otras opiniones nos puede enriquecer.
Tengo que aclarar que en Salta estamos encerrados antes aún que el presidente Fernández declarara la cuarentena obligatoria para todo el país. Unos días antes el gobernador de Salta ya había declarado la cuarentena para nuestra provincia y ya todos los salteños estábamos enclaustrados con la obligación de permanecer en casa sin trabajar y sin clases.

Dejando de lado las consideraciones económicas, que nos afectan a todos, el objetivo de buscar el evitar una epidemia parece ser inteligente. Todos nos guardamos para evitar una catástrofe como la que azota a España, Italia o Estado Unidos. El que mueran 100 personas en un día parece salido de una película de terror, nos lleva a pensar que no estamos equivocados en la decisión de quedarnos en casa.
Conozco Salta de arriba a abajo y se de la pobreza, la falta de agua potable, educación, de oportunidades económicas. En un noticioso de Buenos Aires mostraban una villa pobre donde los habitantes iban y venían sin ninguna prevención. Viven hacinados, 4 o 6 personas, con un solo baño. ¿Y en Salta? Es igual. Hay gente que se apila en una casilla, de chapas y plástico, sin baño ni agua potable, porque no tienen otra cosa. Y las pensiones donde hay un solo baño para 10 personas están aquí nomás, en el centro de la capital.
Y aquí es donde hay que hacer y no esperar el brote epidémico. Si estamos viendo pobreza e ignorancia llevá una solución, vos Alberto Fernández, que decís que trabajás por el pueblo. Poné al ejército a que armen un campamento y pongan baños químicos. Llevá alcohol en gel y repartí folletos instructivos para que sepan cómo protegerse, porque cuando llegue el pico de epidemia los primeros que van a caer serán ellos. El pueblo, el que te votó. Ya no tienen trabajo,  educación u oportunidades. Después ya no tendrán vida.
Flu victims, St. Louis, 1918
Flu victims, St. Louis, 1918
El domingo entré al Washington Post, a la columna de opiniones. Probé un artículo cuyo título era “Me niego a ser una carga para mi familia o para el sistema de salud...”, de un tal Colbert I. King y decía más o menos así:

A pesar de todo lo que puedan decir mis enemigos, a los cuales quizá les alegre saber que puedo ser víctima de la epidemia, ya que tengo 80 años y enfermedades pre-existentes, pienso quedarme en casa y mantener limpias mis manos. Que mejor forma de volver a la normalidad que la de permanecer sanos y sin contagiar a nadie.

If Trump’s approach to this deadly infectious disease proceeds in the direction it seems headed, it’s possible that my days might come to an end. (I’ll pause until the cheering dies down.)

King crítica la indecisión del presidente Trump respecto de la lucha contra la epidemia y el querer volver a lo normal sea como sea. ( I refuse to be a burden on my family or health-care providers. So I’m staying home.)

Colbert I. King
King was born in the Foggy Bottom neighborhood of Washington, DC. After graduating from high school in 1957, he earned his Bachelor of Arts degree in government from Howard University in 1961.
From 1961 to 1963, King served as an officer in the United States Army Adjutant General's Corps, then worked as special officer for the United States Department of State through 1970, eventually leaving over objections to the Counter Intelligence Program (COINTELPRO). He then spent a year on a fellowship at the Department of Health, Education and Welfare, working with James Farmer to draw national attention to sickle-cell anemia and other underserved minority health care issues.
From 1971 to 1972, King was a VISTA volunteer. In 1972, he became minority staff director of the United States Senate Committee on the District of Columbia, where he helped draft the District of Columbia Home Rule Act.
In 1976, King became Deputy Assistant Secretary of the U.S. Treasury Department, then was appointed U.S. executive director to the World Bank by President Jimmy Carter.
In 1980, he became executive vice president for the Middle East and Africa at Riggs Bank, where he served for 10 years and became a member of the board of directors.
King joined The Washington Post's editorial board in 1990, then became the editorial page's deputy editor in 2000. He began writing a weekly column at the suggestion of Post editor Meg Greenfield.
In 2003, King won the Pulitzer Prize in Commentary "for his against-the-grain columns that speak to people in power with ferocity and wisdom".

He was a regular television panelist on the weekly political discussion show Inside Washington until the show ceased production in December 2013.

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