Semana agitada

La salteña

Las sensaciones de la semana y los efectos de la política en nosotros, los comunes. De eso se trata este editorial que viene cargado aunque de buena onda, con ganas de conciliar y esperando que los capitanes del barco, El Argentino, esta vez encuentren el rumbo a Oriente, a la ruta de las especies, a las riquezas y el bienestar.

Domingo a domingo voy a tener que abrir un diario de mis sensaciones porque los salteños venimos de susto en susto, con un lunes o martes con una bomba que explota en la política, la economía o el deporte, que nos deja turulecos y sin ganas de nada. Hay una lista larga: Macri diciendo que “van a terminar amando a Christine Lagarde”, el dólar trepando a 42, Juan Manuel Urtubey reunido con otros peronistas y el hombrecito que pedía plata en el colectivo porque es sordomudo. Todo me afecta. Siento lanzazos en la cabeza y el corazón y si no lo cuento van a seguir lacerándome y haciéndome mal.

Como siempre lo mejor para acomodar mis pensamientos es acomodarme en la camilla de la Gabi y dejar que sus manos, sabias, masajeen las sinuosidades tensionadas que van desde el cuello hasta los pies y que ponga esas piedras calientes, húmedas, en la espalda. Ella se descalzará y con música suavecita hará que te sientas mejor, centrado,  reflexivo. ¡Qué lindo!

Hace poco Mauricio Macri, nuestro presi, nos dijo que los argentinos “vamos a terminar amando a Christine Lagarde”, la capa del Fondo Monetario Internacional. Cosa que veo difícil porque la mitad de los argentinos no está de acuerdo con lo que el presi está haciendo y la otra mitad no está segura respecto de los préstamos que nos llegan (qué se hace con ellos). De lo que sí estamos todos seguros es que hay que hacer algo para que haya más laburo, para que las empresas vengan a invertir en serio y para que nuestros changos estén preparados para el siglo 21.

Mitre y Buenos Aires, Salta

El dólar al final de la semana llegó a 42 pesos. Sí señores, 1 dólar gringo equivale a 42 gauchitos nuestros. ¡Qué poco valemos! Y por supuesto esperamos que suba el gas, la luz, el combustible y la yerba para el mate. ¡Qué lejos me parece aquella época en que llegaba a Buenos Aires con mis dolarachos y no había negocio que me los reciba! Y los dueños de los negocios me miraban con cara fea y murmuraban por lo bajo: “¿Y éste, de dónde viene?”

Don Juan Manuel Urtubey se reunió con Picheto, Schiariti y Massa y se sacaron fotos, supongo que mostrándose como una nueva opción peronista para competir por las presidenciales. Es como que cada uno de ellos, los políticos, siguen haciendo de las suyas y el barco, El Argentino, sigue haciendo agua por todas partes. ¿Llegaremos enteros, vivos, como un solo país, al 2019 para que el próximo presidente agarre esta papa caliente que es la Argentina?

Estaba yo al final del ómnibus por lo que tuve oportunidad de ver a aquel joven, 20 o 25 años, que empezó a repartir unos volantes entre los pasajeros. En silencio. Vestía una remera rotosa, un pantalón de corderoy viejo y zapatillas sin cordones. Eran Nike. Miré de reojo su cara y llevaba una barba desprolija y el cabello largo, recogido dentro de su gorra. Leí su volante: “soy sordomudo. Ayudáme a mantener a mi familia”. Se paró un momento en una esquina del cole esperando que los pasajeros lean y después pasó recogiendo sus volantes. Algunos le dieron algo. Saqué $10 y se los entregué. Me regaló una tarjetita con una oración al ángel de la guarda. ¿Cuánto habrá hecho en ese momento? ¿30 o 40 pesos? ¿Es que Urtubey o Macri no pueden dar trabajo a un sordomudo? ¿Éste joven no había tenido educación? ¿No es momento de hacer algo por el sordomudo o la chica que bromea que si no le dan plata te da un beso en la boca?

La semana de setiembre en Salta terminaba a pleno sol, con 36 grados centígrados, y eso que recién estamos inaugurando primavera. Buenos Aires, fea como siempre, con tormentas tremendas. Y me preguntaba que nos espera para diciembre, en pleno verano. Algo está pasando. Hasta el clima está rebelde y arisco estos días y nos lleva a preguntarnos si no estaremos llegando al fin de nuestros días.

Otro domingo que empieza y ya veo el sol asomando por la ventana. Ojalá Dios se acuerde de nosotros y le de mucha inteligencia a Mauricio Macri y a todos lo que dirigen el barco. Demasiadas tormentas lo amenazan y los marineros, nosotros, ya empezamos a dudar de las capacidades de los que lo timonean. Bendiciones.

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