Sobre su experiencia en la Guerra de Corea
Michael
Cain,
la estrella de tantas películas, nos habla sobre su experiencia de la guerra en Corea, de la falta de empatía
de la gente por los que van a morir, de los que contaban de hazañas y
desaparecían en combate. Cain es
pacifista y el video es casi un homenaje a los caídos en las guerras…
“La primera ola de soldados chinos cometió suicidio
arrojándose hacia nuestros alambres de púas, de manera que sus cuerpos pudieran
ser usados como puentes por las tropas siguientes…”
“Iba a morir aun antes de tener la chance de vivir. Antes de tener la oportunidad de hacer las cosas que quería. Antes de tener la chance de hacer realidad, aunque sea uno de mis sueños…”
Desde 1952, cuando fue llamado a su servicio militar,
hasta 1954, Michael Cain sirvió en los Royal Fusiliers, primero en Alemania
y después durante la Guerra
de Corea. Había ido a Corea
con un sentimiento de simpatía por el comunismo, pero la experiencia allí, con
oleadas de ataques humanos practicados por los coreanos o chinos, le dejó la
sensación de que los gobiernos no se preocupaban de sus ciudadanos.
The Interesting Military Career of Sir Michael Caine
Tengo mucha simpatía por los soldados. Sé cómo es que te envíen a una guerra poco popular que nadie entiende o le importa. Y después tener que volver y encontrarse con una completa falta de entendimiento o aún peor, indiferencia, por lo que has pasado. Estoy contra la guerra. Veo a estos jóvenes yendo a pelear a Iraq o Afganistán y sé lo que viene para ellos. No puedo ver las noticias sobre los caídos del ejército. Tengo que apagar la televisión porque es muy triste.
Como muchos de ellos solo tenía 19 años cuando fui enviado a Corea con los Royal Fusiliers y, probablemente, como muchos que están yendo a Afganistán, yo nunca había escuchado de ese lugar. Mi entrenamiento básico consistió en aprender a disparar un rifle Einsfield obsoleto a fines de la Segunda Guerra Mundial. Y como disparar un arma Sten. Esta ametralladora tenía un diseño defectuoso después de disparar las primeras tres rondas o seguía disparando aun cuando no estaban gatillando. Eso le pasó a uno de mis camaradas cuando entrenaba y el idiota se dio vuelta a preguntar algo todavía sosteniendo el arma y disparando en todas direcciones. Nunca viste un grupo de conscriptos tirarse al suelo tan rápido.
Pero ningún entrenamiento pudo haberme preparado
para lo que me pasó en mi primera noche de guardia. Lo absoluto de la oscuridad
de la noche coreana. La primera vez que vi las hordas de enemigos cargando
contra nosotros. En realidad sentía mucha más hostilidad hacia las ratas que
infestaban nuestro bunker que la que sentía hacia los soldados chinos con los
que peleábamos.
Nunca me voy a olvidar parado una noche, soñando,
como siempre, que actuaba como protagonista en un heroico film de guerra cuando
fui interrumpido por el sonido de una trompeta.The Battle of the Somme, 1916
“¿Qué mierda es eso?”, le grité a mi amigo Harry y
antes de que pudiera responder todo el valle explotó con el sonido no de una sino
de cientos de trompetas. Las luces encendiéndose y enfrente de nosotros la
terrible planicie se iluminó y miles de chinos avanzando hacia nuestras
posiciones, liderados por una tropa de trompetistas demoníacos. La artillería
abriendo fuego pero ellos aun así avanzaban, marchando hacia nuestras
ametralladoras, hacia una muerta segura. El campo minado frente nuestro pareció
irrelevante. La primera ola de soldados chinos cometió suicidio arrojándose hacia
nuestros alambres de púas, de manera que sus cuerpos pudieran ser usados como
puentes por las tropas siguientes. Fueron derrotados y fueron insanamente
corajudos.
Me parece que la gente que te manda a la guerra es
muy vieja para ir o son más sabios. Los sargentos que nos entrenaban nos
contaban increíbles historias de valor de la Segunda Guerra Mundial pero para el momento en que llegamos a Corea ellos desaparecieron
misteriosamente y de pronto fuimos algunos de nosotros, los jóvenes, hechos
sargentos. No yo.
Cuando marchábamos, después de un año, teníamos casi
20. De vuelta pasamos un regimiento que nos reemplazaría. Tenían 19, la edad
que teníamos cuando llegamos, y los miré, y nosotros parecíamos 10 años más
viejos. Ellos parecían chicos.
Lo más cerca que tuve de la muerte y el incidente
todavía me persigue, de tanto en tanto, fue una patrulla de observación durante
la noche, en tierra de nadie. Tres de nosotros, mi comandante de pelotón, Robert
Mills, que después se convirtió en operador de radio, y yo fuimos enviados al
valle, con las caras negras, cubiertos de repelente de mosquitos, al borde de
las líneas chinas. Una locura. Si nos sentábamos en los arrozales los insectos
nos comían vivos.
Bobby Mills, era hijo de un general, tuvo una idea. “Vamos
a atrapar a uno de estos chinos”, dijo. “¿Estás loco?”, le pregunté. “¿Quiere
decir que no vas a venir conmigo?” “Claro que no”.
Estábamos a mitad de camino del cerro y moviéndonos
cautelosamente cuando sentimos un intenso olor a ajo. Los chinos comían ajo
como chicle. Nos dimos cuenta que nos habían seguido. Justo a tiempo nos
tiramos al piso cuando una tropa de soldados chinos emergió de entre los largos
pastos y empezó a buscar por nosotros. Estaba en el piso, absolutamente
aterrorizado, con mi dedo en el gatillo, con el enemigo tan cerca, rodeándonos,
que los escuchábamos hablar. Estaba consciente de una furia creciente. Iba a
morir aun antes de tener la chance de vivir. Antes de tener la oportunidad de
hacer las cosas que quería. Antes de tener la chance de hacer realidad, aunque
sea uno de mis sueños.
Decidí que no tenía nada que perder. Si iba a morir
me iba a llevar a varios chinos conmigo. No estaba solo, los tres teníamos un
nuevo propósito. “No vamos a retroceder hasta nuestras líneas”, murmuró Bobby. “Vamos
a cargar contra el enemigo y tomarlo por sorpresa”.
Esta vez todos estuvimos de acuerdo.
“Necesito orinar”, dijo el operador y también
estuvimos de acuerdo con eso. Nos arrodillamos allí y orinamos.
Nos paramos y nos lanzamos en la oscuridad. Los chinos
empezaron a disparar en todas las direcciones pero no tenían idea de donde veníamos.
Y seguimos corriendo hacia la línea enemiga hasta que se sintió seguro cambiar
de dirección. De alguna forma volvimos enteros.
No me despierto en la noche sudando, reviviendo esto
pero vuelve en momentos de dificultad. Cuando alguien quiere atacarme pienso
como lo hice en aquella colina en Corea,
“no puedes atemorizarme y si me atacas voy a llevarme a tantos como pueda. Aun
si muero.”
Para saber
Royal
Fusiliers fue un regimiento de infantería del
ejército británico en continua existencia por 283 años. El regimiento sirvió en
muchas guerras y conflictos a lo largo de su existencia, incluyendo la Segunda Guerra Boer, la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial.
En agosto de 1952 el regimiento entró en la Guerra de Corea como parte de la Commonwealth.
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