Siempre es agradable encontrar un buen libro que,
como un buen vino, nos deja un placer, un gusto, en la mente inigualable y nada
parecido a otra cosa. Ya desde el principio Los
hermanos Karamazov te proponen calidad al leer y es que el autor, Fiódor Dostoyevski, sabe de lo que se
trata. Libro y autor nos muestran una Rusia del siglo 19, que ya no volverá,
sin embargo los temas siempre estarán con el hombre, en su consideración.
¿Quién no se preocupó por el futuro de una hija que quiere casarse con un
crápula? ¿Quién no discutió sobre una pareja que no parece llevarse bien? ¿Quién
no dijo “y de esto te enamoraste”? Es la vida y de la vida Dostoyevski
sabe mucho.
La resolución de Adelaida fue también, sin duda,
consecuencia de influencias ajenas, la exasperación de un alma cautiva. Tal vez
su deseo fue emanciparse, protestar contra los convencionalismos sociales y el
despotismo de su familia…
Algunos fragmentos de Los Hermanos Karamazov:
… Fiodor
Pavlovitch era uno de esos hombres corrompidos que… que lo único que saben es defender sus intereses. Este
pequeño propietario empezó con casi nada…
a su muerte poseía unos cien mil rublos de plata. Esto no le había
impedido ser durante su vida uno de los hombres más extravagantes de nuestro distrito.
Digo extravagante y no imbécil, porque esta clase de individuos suelen ser
inteligentes y astutos. La suya es una ineptitud específica, nacional. Se casó dos
veces y tuvo tres hijos; el mayor, Dmitri,
del primer matrimonio, y los otros dos, Iván y Alexei, del segundo. Su primera esposa pertenecía a una familia noble, los
Miusov, acaudalados propietarios del mismo distrito. ¿Cómo aquella joven dotada,
y además bonita, despierta, de espíritu refinado—ese
tipo que tanto abunda entre nuestras contemporáneas—, había podido casarse con
semejante «calavera», como llamaban a mi desgraciado personaje? No creo
necesario extenderme en largas explicaciones sobre este punto. Conocí a una
joven de la penúltima generación romántica que, después de sentir durante varios
años un amor misterioso por un caballero con el que podía casarse sin impedimento alguno, se creó ella misma una serie de obstáculos insuperables
para esta unión. Una noche tempestuosa se arrojó desde lo alto de un acantilado
a un río rápido y profundo. Así pereció, víctima de su imaginación, tan sólo
por parecerse a la Ofelia de Shakespeare. Si aquel acantilado por el que sentía
un cariño especial hubiera sido menos pintoresco, o una simple, baja y prosaica
orilla, sin duda aquella desgraciada no se habría suicidado. El hecho es
verídico, y seguramente en las dos o
tres últimas generaciones rusas se han producido muchos casos semejantes. La resolución de
Adelaida Miusov fue también, sin duda, consecuencia de influencias ajenas, la
exasperación de un alma cautiva. Tal vez su deseo fue emanciparse, protestar contra
los convencionalismos sociales y el
despotismo de su familia. Su generosa imaginación le presentó momentáneamente a
Fiodor Pavlovitch, a pesar de su reputación de gorrista, como uno de los elementos
más audaces y maliciosos de aquella época que
evolucionaba en sentido favorable, cuando no era otra cosa que un bufón de
mala fe. Lo más incitante de la aventura fue un rapto que encantó a Adelaida Ivanovna.
Fiodor Pavlovitch, debido a su situación, estaba especialmente dispuesto a
realizar tales golpes de mano: quería abrirse camino a toda costa y le pareció una,
excelente oportunidad introducirse en una buena familia y embolsarse una bonita dote. En cuanto al amor,
no existía por ninguna de las dos partes, a pesar de la belleza de la joven.
Este episodio fue seguramente un caso único en la vida de Fiodor Pavlovitch, que
tenía verdadera debilidad por el bello
sexo y estaba siempre dispuesto a quedar prendido de unas faldas con tal que le
gustasen. Pero la raptada no ejercía sobre él ninguna atracción de tipo sensual.
Adelaida Ivanovna advirtió muy pronto que su marido sólo le inspiraba desprecio. En estas circunstancias,
las desavenencias conyugales no se hicieron esperar. A pesar de que la familia
de la fugitiva aceptó el hecho consumado y envió su dote a Adelaida Ivanovna, el
hogar empezó a ser escenario de continuas riñas y de una vida desordenada. Se
dice que la joven se mostró mucho más noble y digna que Fiodor Pavlovitch, el cual,
como se supo más tarde, ocultó a su mujer el capital que poseía: veinticinco
mil rublos, de los que ella no oyó nunca hablar. Además, estuvo mucho tiempo
haciendo las necesarias gestiones para que
su mujer le transmitiera en buena y debida forma un caserío y una hermosa casa que
formaban parte de su dote. Lo consiguió porque sus peticiones insistentes y desvergonzadas
enojaban de tal modo a su mujer, que ésta acabó cediendo por cansancio. Por fortuna,
la familia intervino y puso freno a la rapacidad de Fiodor Pavlovitch… (Del
capítulo, Los Hermanos Karamazov)
Fedor en 1863 |
Para
saber
Los
hermanos Karamázov es la última novela del ruso Fiódor Dostoyevski, publicada en 1880.
El escritor pasó casi dos años escribiendo la obra, que se publicó de forma
seriada en El Mensajero Ruso de enero
de 1879 a noviembre de 1880. Dostoyevski
murió a menos de cuatro meses de su publicación.
William
Faulkner leía el libro regularmente, señalando
que era su más grande inspiración al lado de los trabajos de Shakespeare y la biblia. Una vez
escribió que la literatura norteamericana no había producido nada tan grande
aún que pudiera compararse a la novela de Dostoyevski.
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