Thursday, August 1, 2019

Los hermanos Karamazov


Siempre es agradable encontrar un buen libro que, como un buen vino, nos deja un placer, un gusto, en la mente inigualable y nada parecido a otra cosa. Ya desde el principio Los hermanos Karamazov te proponen calidad al leer y es que el autor, Fiódor Dostoyevski, sabe de lo que se trata. Libro y autor nos muestran una Rusia del siglo 19, que ya no volverá, sin embargo los temas siempre estarán con el hombre, en su consideración. ¿Quién no se preocupó por el futuro de una hija que quiere casarse con un crápula? ¿Quién no discutió sobre una pareja que no parece llevarse bien? ¿Quién no dijo “y de esto te enamoraste”? Es la vida y de la vida Dostoyevski sabe mucho.

La resolución de Adelaida fue también, sin duda, consecuencia de influencias ajenas, la exasperación de un alma cautiva. Tal vez su deseo fue emanciparse, protestar contra los convencionalismos sociales y el despotismo de su familia…

Algunos fragmentos de Los Hermanos Karamazov:


… Fiodor  Pavlovitch era uno de esos hombres corrompidos que… que lo  único que saben es defender sus intereses. Este pequeño propietario empezó con casi nada…  a su muerte poseía unos cien mil rublos de plata. Esto no le había impedido ser durante su vida uno de los hombres más extravagantes de nuestro distrito. Digo extravagante y no imbécil, porque esta clase de individuos suelen ser inteligentes y astutos. La suya es una ineptitud específica, nacional. Se casó dos veces y tuvo tres hijos; el  mayor, Dmitri, del primer matrimonio, y los otros dos, Iván y Alexei, del segundo. Su primera  esposa pertenecía a una familia noble, los Miusov, acaudalados propietarios del mismo distrito. ¿Cómo aquella joven dotada, y además bonita, despierta,  de espíritu refinado—ese tipo que tanto abunda entre nuestras contemporáneas—, había podido casarse con semejante «calavera», como llamaban a mi desgraciado personaje? No creo necesario extenderme en largas explicaciones sobre este punto. Conocí a una joven de la penúltima generación romántica que, después de sentir durante varios años un amor misterioso por un caballero con el que podía casarse sin impedimento  alguno, se creó ella  misma una serie de obstáculos insuperables para esta unión. Una noche tempestuosa se arrojó desde lo alto de un acantilado a un río rápido y profundo. Así pereció, víctima de su imaginación, tan sólo por parecerse a la Ofelia de Shakespeare. Si aquel acantilado por el que sentía un cariño especial hubiera sido menos pintoresco, o una simple, baja y prosaica orilla, sin duda aquella desgraciada no se habría suicidado. El hecho es verídico, y  seguramente en las dos o tres últimas generaciones rusas se han producido  muchos casos semejantes. La resolución de Adelaida Miusov fue también, sin duda, consecuencia de influencias ajenas, la exasperación de un alma cautiva. Tal vez su deseo fue emanciparse, protestar contra los convencionalismos  sociales y el despotismo de su familia. Su generosa imaginación le presentó momentáneamente a Fiodor Pavlovitch, a pesar de su reputación de gorrista, como uno de los elementos más audaces y maliciosos de aquella época que  evolucionaba en sentido favorable, cuando no era otra cosa que un bufón de mala fe. Lo más incitante de la aventura fue un rapto que encantó a Adelaida Ivanovna. Fiodor Pavlovitch, debido a su situación, estaba especialmente dispuesto a realizar tales golpes de mano: quería abrirse camino a toda costa y le pareció una, excelente oportunidad introducirse en una buena familia y  embolsarse una bonita dote. En cuanto al amor, no existía por ninguna de las dos partes, a pesar de la belleza de la joven. Este episodio fue seguramente un caso único en la vida de Fiodor Pavlovitch, que tenía verdadera debilidad por  el bello sexo y estaba siempre dispuesto a quedar prendido de unas faldas con tal que le gustasen. Pero la raptada no ejercía sobre él ninguna atracción de tipo sensual. Adelaida Ivanovna advirtió muy pronto que su marido sólo le  inspiraba desprecio. En estas circunstancias, las desavenencias conyugales no se hicieron esperar. A pesar de que la familia de la fugitiva aceptó el hecho consumado y envió su dote a Adelaida Ivanovna, el hogar empezó a ser escenario de continuas riñas y de una vida desordenada. Se dice que la joven se mostró mucho más noble y digna que Fiodor Pavlovitch, el cual, como se supo más tarde, ocultó a su mujer el capital que poseía: veinticinco mil rublos, de los que ella no oyó nunca hablar. Además, estuvo mucho tiempo haciendo las necesarias  gestiones para que su mujer le transmitiera en buena y debida forma un caserío y una hermosa casa que formaban parte de su dote. Lo consiguió porque sus peticiones insistentes y desvergonzadas enojaban de tal modo a su mujer, que ésta acabó cediendo por cansancio. Por fortuna, la familia intervino y puso freno a la rapacidad de Fiodor Pavlovitch… (Del capítulo, Los Hermanos Karamazov)
Dostoevsky in 1863
Fedor en 1863
Para saber
Los hermanos Karamázov es la última novela del ruso Fiódor Dostoyevski, publicada en 1880. El escritor pasó casi dos años escribiendo la obra, que se publicó de forma seriada en El Mensajero Ruso de enero de 1879 a noviembre de 1880. Dostoyevski murió a menos de cuatro meses de su publicación.
William Faulkner leía el libro regularmente, señalando que era su más grande inspiración al lado de los trabajos de Shakespeare y la biblia. Una vez escribió que la literatura norteamericana no había producido nada tan grande aún que pudiera compararse a la novela de Dostoyevski.

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