Monday, July 15, 2019

El legado de los hippies


Todavía los seguimos

En este editorial el jefe opina que todo esto de ser vegano, proteger el medio ambiente y la idea del poli-amor, de la maravillosa Florencia Peña, nos viene de los hippies. Que a pesar de haberse integrado a la sociedad hace tiempo sus teorías siguieron con nosotros, en canciones, películas, libros y demás.

Que si hay que salvar a la madre pues el huevo todavía no es un ser humano…

Las feministas dijeron que la invención de la píldora fue uno de los más importantes en la historia…

… nadie debería tener que dejar su tierra para vivir su sexualidad y realizarse como persona en otro lugar


¿Qué heredamos de los hippies? ¿De aquellos jóvenes barbudos que protestaban contra la guerra de Vietnam en Estados Unidos y que se reunían en maratónicas sesiones de rock en granjas en el campo? Parecería que estando a miles de kilómetros de distancia y a tantos años de aquellas manifestaciones masivas no tendríamos demasiado en común con ellos pero tal vez no sea tan así. Después de todo hay una corriente entre nosotros a conservar el planeta,  a apoyar a las palomas y no a los halcones, a protestar a favor de la marihuana, a manifestarnos por la revolución sexual y el aborto y a desconfiar de las autoridades elegidas, tal y como lo hicieron aquellos despreocupados jóvenes de los ´60s que se ponían flores en el pelo y cantaban canciones de paz. Parece que heredamos mucho más de los hippies de lo que queremos reconocer  y que las luchas de aquellos jóvenes que hoy tienen canas, o simplemente están enterrados, no fueron en vano.
Grateful Dead, 1964
Grateful Dead, 1970
Hace poco se le escapó a Florencia Peña, actriz y según ella misma “artista”, que está a favor del “poli-amor”, la filosofía de aceptar a otro en la pareja, de ser flexibles en las relaciones amorosas. ¿Y de dónde le viene el concepto sino de los años locos de la vida en comunidad y de la revolución sexual de los hippies? Y eso que Florencia no debe haber llegado a los 50, pero nada, para ser hippie no tienes que ser viejo, con leer un libro y seguir sus preceptos es suficiente.

¿Y qué del debate del aborto, con posiciones encontradas irreductibles entre uno y otro bando? Que si hay que salvar a la madre pues el huevo todavía no es un ser humano y puede ser ejecutado. Que si el ser en formación ya es un ser humano completo y autorizar el aborto no es más que un crimen. Este tema viene de lejos y ya era polémico en los días de Joan Baez  o Jimy Hendrix.
Slick y Kantner,
Slick y Kantner, de Jefferson Airplane
Las ideas sobre la píldora anticonceptiva ya venían peleadas desde el origen. El debate lo escuché en Estados Unidos, en Argentina, en un medio católico, en uno protestante. Las feministas dijeron que la invención de la píldora fue uno de los más importantes en la historia de la liberación de la mujer. El opositor te dirá que la mujer que usa la píldora es una “loquita”. Y no va a haber acuerdo jamás porque son dos filosofías distintas, encontradas y peleadas, como perro y gato.

Fue en San Francisco donde se vendió por primera vez una porción de marihuana en un “head shop” y de dónde viene la idea de que las drogas en realidad son “buenas” y algunas tienen la propiedad de curar o de ampliar el horizonte de la mente. ¿Para qué prohibirlas, entonces? ¿Por qué no permitir que se usen al igual que el whisky o el cigarrillo y acabar con una industria ultra, híper millonaria como el narcotráfico?

Es como dije anteriormente, varias tendencias nos llegaron de nuestros mechudos abuelos hippies: las de oponernos a las guerra y alentar el amor libre, las de defender a los animales y comer solo raíces, las de desconfiar de las autoridades y preferir el caos, la izquierda y la anarquía; las de respetar las ideas revolucionarias, tomar las armas para combatir por ideales locos y llevar la palabra del “Che” en el pecho.

En realidad, y si nos ponemos a analizar cada una de nuestras actitudes, podemos trazar nuestras ideas a las de los chicos de San Francisco, con el pelo largo y los símbolos de paz y amor. Y no estaría mal si lo pensamos como el deseo de oponer la voluntad de paz y fraternidad entre los pueblos a la corriente de los halcones de mandar los tanques a invadir tierras extranjeras. Si pensamos que podemos evitar la pérdida de miles de vidas de jóvenes inocentes en aventuras imperialistas pasadas de moda. Si consideramos que perder los miembros inferiores por  pisar minas anti-personales en alguna tierra extraña que ni siquiera habla el mismo idioma y que seguramente esperará que esos soldados de ojos azules y talles grandes se descuiden para hacerlos volar por los cielos sin importar si piensan como ellos o quieren ayudarlos a combatir una ideología que no les interesa. Después de todo, y pasadas la guerra fría y las amenazas de guerras nucleares, la sociedades han ido evolucionando hacia gobiernos más democráticos solas, sin la intervención de nadie y con el deseo de todos de tener una sociedad participativa.

Claro que hay que ser directos y decir la verdad. El tema de las drogas, el del aborto, el de la revolución sexual, el de los cambios de sexo; siempre va a ser polémico y va a dar para hablar mucho. ¿Y por qué no debería ser así y no escuchar a todas las posiciones? Después de todo son temas que nos afectan y que siempre están de moda. Nadie debería escandalizarse porque haya grupos que piensen de otra forma y que tengan otra orientación. De eso se trata. De entender que somos una sociedad, formada por personas y todos somos distintos e individuales. Florencia Peña puede creer en el poli-amor y me encantaría formar parte de sus fantasías porque ella siempre ha sido parte de la mía. Moria Casán, y cualquier otra estrellita del espectáculo local, puede hablar a favor de la marihuana todo lo que quiera, pero a mí no me va a convencer. Prefiero un batido proteínico efectivo para los músculos y ejercicios al aire libre. Siempre, sin drogas, porque las pastillas y las drogas nunca me gustaron. Ni para curar un resfrío. Pero hay que respetarlas viejo, especialmente a Florencia, y tienen todo el derecho a decir que quieren incorporarme a su pareja, y yo voy a respetarla.

Y Florencia de la V o cualquier otra travesti siempre me parecerán raras, por decir lo menos, aunque las respete y me guste su coraje y forma de enfrentar la vida (nadie debería tener que dejar su tierra para vivir su sexualidad y realizarse como persona en otro lugar porque es perseguida y humillada en la propia). Así las cosas, claras, son mejores. Ponés las cartas sobre la mesa y los demás saben qué posición tenés. Punto, sin medias tintas.

De todas formas hemos aceptado el cuidado del medio ambiente hace tiempo y hemos adherido a la defensa del medio ambiente. Odiamos el glifosato y tener que comer cosas modificadas genéticamente.

Nos parece que defender la vida debe estar en cualquier plataforma, la vida de la madre, del hijo, del soldado, de un país; y que no se deben aceptar extremismos. Todos deben tener algo que decir, es respetable, y se debe escuchar las ideas del que milita en izquierda, en derecha y en el centro. Ni un shá de Irán ni un Fidel Castro. Ambos extremos son malos, especialmente para nosotros que ni somos potencia ni nos debemos a una u otra tendencia.

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