Friday, May 18, 2018

A sangre fría


El clásico de Truman Capote

En 1966 una familia, los Clutter, son encontrados asesinados en su granja, en Kansas. ¿Cómo podía ser? ¿Eran tan buenos? La noticia sacudió a la nación. Tiempo después se descubrió a los asesinos. El hecho causó tanta sensación que el escritor Truman Capote, junto a Harper Lee, también escritora, se dirigió al lugar para conocer los hechos de primera mano y escribir un libro.
A sangre fría (In Cold Blood) es un libro de no ficción de Truman Capote, publicado en 1966, que narra los detalles de los asesinatos de 4 miembros de la familia de Herbert Clutter en la pequeña comunidad agrícola de Holcomb, Kansas.

El encuentro de los cuerpos
“… El sheriff llegó… manejamos hasta los Clutters. Nunca había estado allí antes, solo la había visto a la distancia. Por supuesto, conocía a la familia. Kenyon estaba en mi clase de inglés y había dirigido a Nancy en la obra de Tom Sawyer. Pero eran excepcionales, chicos humildes. Nunca te hubieras imaginado que fueran ricos o que vivieran en una casa tan grande… Una vez que llegamos allí y que el sheriff escuchara la historia del señor Ewalt, llamó a la oficina por su radio y dijo que se enviaran refuerzos y una ambulancia…”

“Bueno, todo era muy feo. Esa hermosa chica…le dispararon en la nuca con una escopeta, tal vez a dos pulgadas de distancia. Yacía sobre su costado, mirando la pared, y la pared estaba cubierta de sangre. Las mantas la cubrían hasta los hombros. El sheriff Robinson las corrió y vimos que ella estaba vistiendo una salida de baño, pijamas, medias y chancletas, como si no hubiera ido a la cama todavía. Sus manos estaban atadas atrás y sus tobillos estaban atados con esa clase de cuerda que ves en las persianas venecianas. El sheriff dijo:
 — ¿Es esta Nancy Clutter? —.
Él no la conocía. Y yo dije: —Sí, sí. Ella es Nancy.”
“Volvimos al hall, buscando. Todas las otras puertas estaban cerradas. Abrimos una que resultó ser la del baño. Algo allí estaba mal. Decidí que era la silla, una clase de silla de cocina, que se veía fuera de lugar, en un baño. La siguiente puerta, todos coincidimos en que debía ser la habitación de Kenyon. Había muchas cosas de varón tiradas en el piso. Y reconocí los lentes de Kenyon. Los vi en una biblioteca al lado de la cama. Pero la cama estaba vacía, aunque se veía que habían dormido allí. Por lo que caminamos hasta el final del hall, la última puerta. Allí, en su cama, fue donde encontramos a la señora Clutter. Había sido atada también, pero en forma diferente, con sus manos al frente, y se veía como si estuviera rezando, y en una mano ella sostenía un pañuelo. ¿O era un Kleenex? La cuerda alrededor de sus muñecas llegaba hasta sus tobillos, que estaban atados juntos, y luego seguía hasta debajo de la cama, donde se ataba a las patas de la cama. Unas ataduras muy complicadas. ¡Cuánto tiempo debe haber llevado esto! Y ella estaba allí. Vistiendo algunas joyas, dos anillos, una de las razones por las que descarté el robo, y una salida de baño, y un camisón y medias blancas. Le habían puesto cinta adhesiva en su boca pero le habían disparado a corta distancia a un lado de la cabeza. Y el impacto había destrozado la cinta. Sus ojos estaban abiertos. Muy abiertos. Como si todavía miraran a su asesino. Porque ella debe haberlo mirado cuando le apuntaban. Nadie dijo nada. Estábamos demasiado sobrecogidos. Recuerdo al sheriff buscar para ver si encontraba el cartucho disparado. Pero quienquiera que haya disparado fue demasiado inteligente y frío como para dejar una pista como esa.”
“Naturalmente nos preguntábamos donde estaba el señor Clutter y Kenyon. El sheriff dijo:
 —Veamos abajo.
El primer lugar que inspeccionamos fue la habitación principal, donde dormía el señor Clutter. Las mantas estaban corridas, y allí, hacia los pies de la cama, había una billetera con una cantidad de tarjetas saliendo, como si alguien las hubiera pasado rápidamente buscando algo en particular, un billete o algo. El que no hubiera nada de plata no significaba nada. Era la billetera del señor Clutter y él nunca llevaba efectivo. Aún yo sabía eso, y llevaba en Holcomb un poco más de dos meses. Otra cosa que sabía era que ni el señor Clutter ni Kenyon podían ver nada sin sus lentes. Y los lentes del señor Clutter estaban en el escritorio. Por lo que me imaginé que alguien los puso allí.”…
“Miramos por todas partes y todo estaba donde debía, sin signos de pelea, nada fuera de su lugar. Excepto la oficina, donde el teléfono estaba sin colgar, y los cables cortados, lo mismo que en la cocina. El sheriff Robinson encontró algunas escopetas en el closet y las olió para ver si habían sido disparadas recientemente. Dijo que no y nunca vi a un hombre tan confundido. Dijo:
 — ¿Dónde diablos estará Herb?
En ese momento escuchamos pasos. Venían del sótano.
— ¿Quién es? —gritó el sheriff, a punto de disparar. Y una voz respondió:
—Soy yo, Wendle Meier, el alguacil.
Parecía que había entrado a la casa y no nos había visto, por lo que fue a investigar al sótano. El sheriff le dijo, casi con lástima:
—Wendle, no entiendo esto. Hay dos cuerpos aquí arriba.
—Bueno —respondió Wendle —hay otro aquí abajo.
Por lo que lo seguimos al sótano, o salón de juegos, creo que se le podría decir así. No estaba oscuro, había varias ventanas que dejaban pasar la luz. Kenyon estaba en una esquina, sobre un sillón. Tenía cinta adhesiva en su boca y estaba atado de pies y manos, como la madre, con la misma forma complicada de ataduras que iban de las manos a los pies… ” (Párrafos de In Cold Blood, de Truman Capote)

Para ver
Truman Capote, entrevista de 1968, sobre escribir In Cold Blood

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