El clásico de Truman Capote
En 1966 una familia, los Clutter, son encontrados asesinados en su granja, en Kansas. ¿Cómo
podía ser? ¿Eran tan buenos? La noticia sacudió a la nación. Tiempo después se
descubrió a los asesinos. El hecho causó tanta sensación que el escritor Truman
Capote, junto a Harper
Lee, también escritora, se dirigió al lugar para conocer los hechos de
primera mano y escribir un libro.
A
sangre fría (In Cold Blood) es un libro de no
ficción de Truman Capote, publicado
en 1966, que narra los detalles de los asesinatos de 4 miembros de la familia
de Herbert Clutter en la pequeña
comunidad agrícola de Holcomb, Kansas.
El
encuentro de los cuerpos
“… El sheriff llegó… manejamos hasta los Clutters. Nunca había estado allí antes,
solo la había visto a la distancia. Por supuesto, conocía a la familia. Kenyon
estaba en mi clase de inglés y había dirigido a Nancy en la obra de Tom Sawyer.
Pero eran excepcionales, chicos humildes. Nunca te hubieras imaginado que fueran
ricos o que vivieran en una casa tan grande… Una vez que llegamos allí y que el
sheriff escuchara la historia del señor Ewalt, llamó a la oficina por su radio
y dijo que se enviaran refuerzos y una ambulancia…”
“Bueno, todo era muy feo. Esa hermosa chica…le
dispararon en la nuca con una escopeta, tal vez a dos pulgadas de distancia.
Yacía sobre su costado, mirando la pared, y la pared estaba cubierta de sangre.
Las mantas la cubrían hasta los hombros. El sheriff Robinson las corrió y vimos
que ella estaba vistiendo una salida de baño, pijamas, medias y chancletas,
como si no hubiera ido a la cama todavía. Sus manos estaban atadas atrás y sus
tobillos estaban atados con esa clase de cuerda que ves en las persianas
venecianas. El sheriff dijo:
— ¿Es esta
Nancy Clutter? —.
Él no la conocía. Y yo dije: —Sí, sí. Ella es Nancy.”
“Volvimos al hall, buscando. Todas las otras puertas
estaban cerradas. Abrimos una que resultó ser la del baño. Algo allí estaba
mal. Decidí que era la silla, una clase de silla de cocina, que se veía fuera
de lugar, en un baño. La siguiente puerta, todos coincidimos en que debía ser
la habitación de Kenyon. Había muchas cosas de varón tiradas en el piso. Y reconocí
los lentes de Kenyon. Los vi en una biblioteca al lado de la cama. Pero la cama
estaba vacía, aunque se veía que habían dormido allí. Por lo que caminamos
hasta el final del hall, la última puerta. Allí, en su cama, fue donde encontramos
a la señora Clutter. Había sido atada también, pero en forma diferente, con sus
manos al frente, y se veía como si estuviera rezando, y en una mano ella
sostenía un pañuelo. ¿O era un Kleenex? La cuerda alrededor de sus muñecas
llegaba hasta sus tobillos, que estaban atados juntos, y luego seguía hasta
debajo de la cama, donde se ataba a las patas de la cama. Unas ataduras muy
complicadas. ¡Cuánto tiempo debe haber llevado esto! Y ella estaba allí.
Vistiendo algunas joyas, dos anillos, una de las razones por las que descarté
el robo, y una salida de baño, y un camisón y medias blancas. Le habían puesto
cinta adhesiva en su boca pero le habían disparado a corta distancia a un lado
de la cabeza. Y el impacto había destrozado la cinta. Sus ojos estaban abiertos.
Muy abiertos. Como si todavía miraran a su asesino. Porque ella debe haberlo mirado
cuando le apuntaban. Nadie dijo nada. Estábamos demasiado sobrecogidos. Recuerdo
al sheriff buscar para ver si encontraba el cartucho disparado. Pero
quienquiera que haya disparado fue demasiado inteligente y frío como para dejar
una pista como esa.”
“Naturalmente nos preguntábamos donde estaba el
señor Clutter y Kenyon. El sheriff dijo:
—Veamos
abajo.
El primer lugar que inspeccionamos fue la habitación
principal, donde dormía el señor Clutter. Las mantas estaban corridas, y allí,
hacia los pies de la cama, había una billetera con una cantidad de tarjetas
saliendo, como si alguien las hubiera pasado rápidamente buscando algo en
particular, un billete o algo. El que no hubiera nada de plata no significaba nada.
Era la billetera del señor Clutter y él nunca llevaba efectivo. Aún yo sabía
eso, y llevaba en Holcomb un poco más de dos meses. Otra cosa que sabía era que
ni el señor Clutter ni Kenyon podían ver nada sin sus lentes. Y los lentes del
señor Clutter estaban en el escritorio. Por lo que me imaginé que alguien los
puso allí.”…
“Miramos por todas partes y todo estaba donde debía,
sin signos de pelea, nada fuera de su lugar. Excepto la oficina, donde el
teléfono estaba sin colgar, y los cables cortados, lo mismo que en la cocina. El
sheriff Robinson encontró algunas escopetas en el closet y las olió para ver si
habían sido disparadas recientemente. Dijo que no y nunca vi a un hombre tan
confundido. Dijo:
— ¿Dónde
diablos estará Herb?
En ese momento escuchamos pasos. Venían del sótano.
— ¿Quién es? —gritó el sheriff, a punto de disparar.
Y una voz respondió:
—Soy yo, Wendle Meier, el alguacil.
Parecía que había entrado a la casa y no nos había
visto, por lo que fue a investigar al sótano. El sheriff le dijo, casi con
lástima:
—Wendle, no entiendo esto. Hay dos cuerpos aquí
arriba.
—Bueno —respondió Wendle —hay otro aquí abajo.
Por lo que lo seguimos al sótano, o salón de juegos,
creo que se le podría decir así. No estaba oscuro, había varias ventanas que
dejaban pasar la luz. Kenyon estaba en una esquina, sobre un sillón. Tenía
cinta adhesiva en su boca y estaba atado de pies y manos, como la madre, con la
misma forma complicada de ataduras que iban de las manos a los pies… ”
(Párrafos de In
Cold Blood, de Truman Capote)
Para
ver
Truman
Capote, entrevista de 1968, sobre escribir In Cold Blood
Artículos
relacionados
No comments:
Post a Comment